Conforme avanzan las temperaturas frías y se hace presente el invierno muchos bulbos, rizomas, cormos y tubérculos de floración veraniega u otoñal corren mucho riesgo, ya que no toleran la congelación del suelo, por lo que es necesario almacenarlos o protegerlos. Así que convendría saber qué hacer para guardarlos adecuadamente.
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Los bulbos blandos y cómo protegerlos
- Cuando el clima se enfría, el follaje de bulbos blandos comenzará a tener un color amarillo. Esto pasa luego de una helada ligera, pero antes que se presente una más cruda es preciso desenterrarlos. Es importante mencionar que el follaje debe estar seco casi por completo, ya que las hojas al encargarse de llevar los nutrientes a los bulbos para que puedan florecer, si se cortan estando verde, lo más seguro es que no tenga dichos nutrientes.
- Se debe cavar el suelo alrededor de la planta, respetando cierta distancia de ella. Se puede emplear una horquilla o una pala para hacer el trabajo con cuidado, evitando lastimar el bulbo.
- Limpiar el bulbo para poder guardarlo, utilizando un pincel para quitar el excedente de tierra.
- Además, eliminar aquellos bulbos que presenten signos de pudrición, con agujeros o arrugas, ya que generalmente se debe a una plaga y puede enfermar a los demás.
- También se puede aplicar un fungicida. Si se aplica uno en presentación líquida, se debe dejar secar durante unos días. Mientras que si es en polvo, se puede guardar al momento.
- En este punto, la mayoría de bulbos se pueden guardar. Sin embargo, algunos necesitan ser curados como los de los Gladiolos, Cala, Crocus, Fresia, Acidanthera y Tigrida. Para curarse se deben colocar en una bolsa de red (para que circule el aire), luego ponerse en un lugar con sol, sin que llegue a los 27˚C alrededor de 3 semanas.
- Guardar en bolsas de papel y posteriormente en cajas de cartón o madera. Pero los bulbos no deben tocarse entre sí y deben permanecer aireados. Por lo que puede utilizarse un embalaje o soporte como vermiculita o musgo de turba.
- Los recipientes o cajas deben estar en un lugar fresco y seco a una temperatura de alrededor de los 10˚C. Un sótano o garaje pueden ser idóneos.
- Es importante revisar los bulbos varias veces durante el invierno para evitar que se arruguen.
- No olvidar etiquetarlos, porque después será muy difícil saber cuáles son.