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El gladiolus byzantinus es una de las mejores especies de este género que incluye aproximadamente 200, además de numerosos híbridos y variedades. Estas plantas son originarias de África, Asia y algunas regiones de Europa. Crecen de un bulbo y desarrollan hojas erguidas y largas que tienen la forma de una espada, mientras que las flores crecen en espigas y pueden ser de color blanco, rosa, rojo, etcétera, desarrollándose a mediados de verano. Los híbridos son de gran altura y puede llegar a medir hasta 1,2 m y cultivarse en jardines por sus maravillosas flores. Las especies más resistentes son las más apropiadas para maceteros.
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El gladiolus byzantinus es originario de Asia menor y cuenta con flores llamativas de 6 cm de diámetro que crece en espinas de 30 o 40 cm de largo en primavera-verano. Si deseas lograr un atractivo conjunto, lo que puedes hacer es plantar varios ejemplares en un macetero amplio.
Cuidados del gladiolus byzantinus en primavera y verano
Trasplanta a tu gladiolus byzantinus a inicios de la primavera en compost normal. Pon los bulbos en el alféizar de una ventana, en jardines, macetas o canteros, con una capa de 10 cm de compost, recubriéndolos y separándolos entre sí unos 15 cm. También puedes hacer uso de un compost con base de turba, agregándole un poco de arena; pero, en ese caso, deberás plantar los bulbos un poco más abajo, recubriéndolos con una capa de 15 cm.
Los bulbos se benefician de ser plantados a mayor profundidad cuando el compost es liviano, dado que esto ayuda a reafirmar los tallos, haciendo innecesario un soporte adicional. Asegúrate de que el recipiente posea un buen drenaje y colócalo en un lugar soleado. Riega el compost alrededor de los bulbos para reafirmarlo; después, mantenlos húmedos pero no saturados de agua. Agrega un fertilizante líquido suave al agua cada tres semanas.
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Cuidados en otoño e invierno
Una vez que las flores se hayan secado, utiliza unas tijeras un cuchillo afilado para cortar las hojas hasta dejarlas a unos 5 o 6 cm del suelo. Simultáneamente, disminuye la cantidad de agua gradualmente. Los bulbos pueden dejarse en un recipiente durante todo el invierno, situándolos contra una pared al iniciar el otoño, o en un invernadero para que el compost se mantenga fresco. También puedes sacar los bulbos del compost, secarlos, limpiarlos y almacenarlos en un lugar protegido de las heladas.