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Muy pocos grupos de plantas son tan maravillosos como el del Iris, unas plantas bulbosas o rizomatosas, ampliamente difundidas. Existen diversos centenares de especies de estas plantas, todas ellas originarias del hemisferio norte, y tal vez el triple de variedades e híbridos, cuyos tamaños pueden llegar a oscilar desde los más diminutos bulbos hasta las plantas sorprendentes de 1,5 m. Sin embargo, las variedades más pequeñas son aquellas que se prestan para cultivar en macetas en el jardín, o bien, en la terraza.
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El Iris reticulata mide aproximadamente unos 30 cm de altura y es originario del Cáucaso, Rusia y el norte de Irán; y durante finales del invierno y principios de la primavera, desarrollan sus flores distintivas de color púrpura con un tinte anaranjado en tres de sus pétalos exteriores.
Las hojas crecen por encima de las flores durante la época de floración. Estos bulbos coloridos resultan siempre atractivos y son muy bonitos cuando se cultiva en el marco de una ventana, o bien, en macetones pequeños del jardín.
Cuidados del Iris en primavera y verano
Los Iris, que generalmente se cultivan en recipientes, son bulbosas, floreciendo a finales del invierno y principios de la primavera. Una vez que la floración haya finalizado, debes dejar que el compost se seque lentamente y mantenlo así durante todo el verano. No retires las flores secas; deja que caigan de manera natural. Los bulbos pueden dejarse en la base o bien volverlos a plantar cada año, plantando los bulbos viejos en el jardín.
Si los dejas en la maceta durante el verano, es mejor que lo hagas temporalmente en el marco de una ventana cuando se encuentran florecidos y, después, los transportes a un sitio fresco y seco. De esta forma, los marcos de las ventanas y los maceteros podrán albergar otras plantas durante el verano. En otoño, vuelve a colocarlos para que florezcan al año siguiente.
Cuidados del Iris en otoño e invierno
Planta nuevamente los bulbos de Iris con el otoño, usando un compost que permite un buen drenaje. Coloca 5-6 bulbos de la especie Iris danfordiae y reticulata a unos 5 cm de profundidad en una maceta de 13 cm de diámetro. Para la especie bucharica, coloca un solo bulbo por cada maceta de 5 cm de profundidad y 5 cm de diámetro; la persica, a unos 8 cm y 2-3 bulbos en cada maceta de 13 cm de diámetro; la xiphium y la latifolia, a unos 10 cm de profundidad colocando unos 5 en cada maceta de 13 cm de diámetro; la planifolia, a unos 8 cm de profundidad, colocando 3 en cada maceta de 3 cm de diámetro.
Cuando los plantes, riega el compost y colócalos en un sitio soleado e iluminado, protegido del viento fuerte y el frío. Mantén el compost húmedo hasta que empiece a desarrollarse el follaje y después incrementa la cantidad de agua. Posteriormente, cuando los bulbos hayan formado hojas, ten cuidado de no salpicarlas con agua.
Los bulbos de la especie reticulata, persica, danfordiae, bucharica y planifolia, no precisan ser trasplantados y que pueden dejarse en maceta tres o cuatro años, mientras que la especie latifolia y xiphium debe trasplantarse cada dos o tres años. Durante las épocas de otoño de los años en que no trasplantes al Iris, cambia la capa superficial de compost y recuerda que estos bulbos se benefician con un poco de fertilizante líquido durante la floración. Aplica la mitad de la cantidad recomendada en la etiqueta.
Propagación del Iris
Durante el otoño, cuando los bulbos se trasplanten, extrae los retoños y plántalos de la misma manera que los bulbos adultos. Lo más probable es que no florezcan el primer año. También puedes cultivar semillas, pero pueden pasar tres años en la planta hasta que desarrollen flores.
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Compra los bulbos en septiembre; elige solamente aquellos firmes y descarta los que estén blandos o muestren síntomas de alguna enfermedad. Es preferible plantar poco bulbos de iris, pero sanos.