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El desarrollo y expansión de la agricultura han sido la clave para la supervivencia humana a la vez que genera su evolución y dispersión. Al parecer, los animales comenzaron a utilizarse en la agricultura en Mesopotamia y Egipto alrededor del año 10.000 a.C. Este hecho supuso una verdadera revolución, ya que facilitó el trabajo en el campo. La energía generada en el proceso productivo por los animales domesticados (bovinos, burros, camellos y posteriormente mulas y caballos) pueden producir de entre 500 y 700 W de potencia en lugar de los 75 W del ser humano. Esto constituyó un avance después de los combustibles fósiles. De ahí la importancia de los animales en la agricultura.
El notorio papel de los animales en el trabajo agrícola permaneció prácticamente sin cambios durante siglos. El uso de animales en el trabajo agrícola ha ayudado a aliviar la carga de trabajo de las personas, ha facilitado y racionalizado el transporte y ha mejorado las condiciones laborales y los márgenes de beneficio.
La participación de animales en estas tareas tiene resultados directos en la producción de alimentos. Gracias a la energía aportada en la siembra, arado, aporque y deshierbe se puede producir más y mejor. Además, también desempeñan un papel muy destacado en el transporte de personas, materiales y cultivos, así como en otras actividades relacionadas con el procesamiento de alimentos, como la molienda de cereales.
Animales: aliados de la agricultura sostenible
La revolución industrial y la introducción de maquinaria agrícola han ido sustituyendo a los animales en el trabajo agrícola. Aun así, en los países y sociedades menos desarrollados siguen siendo clave en las labores agrícolas. La FAO apunta que “400 millones de animales intervienen en el suministro de energía en la agricultura mediante la labranza y el transporte”.
Parece impensable que en pleno siglo XXI exista esa gran dependencia de la fuerza de los animales para el desarrollo de la agricultura, pero lo cierto es que es una fórmula al alcance de casi todas las sociedades que llega donde la tecnología no. De hecho, en el contexto actual de crisis climática en el que, además, se necesita un uso más racional de los recursos y una gestión agrícola responsable, el uso de animales parece una solución bastante eficiente y accesible para una agricultura ecológica sostenible.
Costo ambiental de la agricultura animal
El impacto directo que tiene la agricultura animal es claro. En la industria, miles de millones de tierras y billones de animales son obligados a vivir en alojamientos antinaturales, bajo sus propios excrementos y, a menudo, asesinados antes de cumplir un año. No son tan obvios los efectos secundarios que esta industria tiene sobre el medio ambiente, que afecta a todos sus habitantes, humanos y no humanos.
Agricultura animal y deforestación. Mientras personas de todo el mundo plantan árboles para ayudar al planeta, las empresas cárnicas están destruyendo bosques antiguos para dejar espacio a la ganadería y la producción de soja. La soja a menudo se asocia con veganos y vegetarianos, pero el 77% de la cosecha en realidad se utiliza para alimentar a animales de granja, principalmente pollos y cerdos.
La producción de carne por sí sola es responsable del 41% de la deforestación mundial, equivalente a más de dos millones de hectáreas de tierra por año. La carne de ganado criado en tierras deforestadas acaba en los lineales de los supermercados de todo el mundo. De las casi 80.000 toneladas de carne vacuna que Estados Unidos importa de Brasil cada año, el 55 % ha estado relacionado con la grave deforestación de la sabana del Cerrado.
La deforestación no solo causa devastación ecológica, sino que también es una cuestión de derechos humanos debido al acaparamiento de tierras. Los ganaderos y productores de soja amenazan, atacan violentamente y roban tierras a los pueblos indígenas.
Agricultura animal y emisiones de gases de efecto invernadero. “Convertir pasto en carne, es como convertir carbón en energía, lo que conlleva un costo inmenso en emisiones”. La ganadería es directamente responsable de al menos el 15,4% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI), de los cuales alrededor del 24 % es óxido nitroso (N20), el 26 % es metano (CH4) y el 50 % es dióxido de carbono (C02).
Contrariamente a la creencia popular, el transporte solo representa una pequeña parte (normalmente menos del 10 %) de la huella de carbono de un alimento. Por ejemplo, representa solo el 0,5 % de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la carne vacuna. Esto significa que cambiar la carne por alternativas de origen vegetal reducirá su huella de carbono más que comprar carne local.
La cría de rumiantes como vacas y ovejas, que naturalmente producen metano cuando digieren los alimentos, hace que la agricultura animal sea la mayor fuente de emisiones de CH4 (metano). El metano no vive tanto tiempo en la atmósfera terrestre como el dióxido de carbono, pero tiene 86 veces más potencial de calentamiento a corto plazo.
Agricultura animal, uso y contaminación del agua. Para producir un solo kilogramo de carne de vacuno se utilizan una media de 15.415 litros de agua. Las legumbres, en cambio, consumen 4.055 litros por kilogramo y solo se necesita una media de 322 litros de agua para producir un kilogramo de hortalizas. La huella hídrica de los productos animales varía (5.988 litros de agua por kilogramo para la carne de cerdo y 4.325 para el pollo), pero generalmente son más altas que la de las plantas.
De toda el agua dulce utilizada por los humanos, el 92 % se destina a la agricultura. Casi un tercio de esto se utiliza para la ganadería, la gran mayoría 98%, del cual se utiliza para cultivos para alimentar a los animales de granja.
La ganadería también afecta nuestros suministros de agua de otras maneras. Los fertilizantes, pesticidas y el exceso de nutrientes del estiércol animal contaminan el agua cuando pasan a la escorrentía y se filtran a ríos, arroyos y otras áreas de agua superficial. Esto provoca proliferación de algas, zonas muertas en los océanos, mata la vida acuática y contamina el agua potable. La ganadería también contribuye en gran medida al cambio climático, que según la Organización Mundial de la Salud es “la mayor amenaza para la salud que enfrenta la humanidad”.
Dependemos de un entorno saludable para nuestra propia supervivencia. La enorme abundancia y variedad del mundo natural es esencial para obtener alimentos, medicinas y agua potable.
Ahora más que nunca, nuestro planeta necesita crear un sistema para que los animales sean un apoyo para la agricultura y, por tanto, sean tratados con respeto. Asimismo, vale la pena saber qué es la agricultura biodinamina y sus principios para ampliar el panorama.