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La Kalmia es un género de arbustos compuesto por ocho especies diferentes de plantas de hojas perennes, resistentes, enteras, brillantes, de color verde intenso, gruesas y rústicas en cuanto a climatología, con una floración espectacular y decorativa. Se caracterizan por ser plantas arbustivas, aunque en América septentrional, de donde son originarias, la especie latifolia puede llegar a alcanzar hasta los 8 m de altura. En algunos países, solamente se desarrollan hasta los 2 m.
Sus flores suelen ser rosas o blancas de acuerdo a la especie y se hallan reunidas en corimbos o racimos terminales. La flor es similar a un plato o a una campana con 10 estambres y el fruto es una cápsula globulosa, con varias semillas finas. La Kalmia se asocia a las Azaleas y los Rododendros, porque más allá de sus parecidos requieren condiciones de cultivo y suelo parecidas; es decir, que prefiere situaciones de semisombra y un suelo sin cal.
Cuidados culturales de la Kalmia
Por su gran belleza y espectacular floración, la Kalmia tendría que estar más difundida, porque a estas cualidades unen su resistencia y rusticidad. No obstante, tienen un problema, ya que son enemigas de la cal y por ello deben ser plantadas en terrenos ácidos o en emplazamientos con sustratos vegetales o turba. En cuanto a la situación, se encuentran a gusto en la semisombra bajo grandes árboles. Climatológicamente, la Kalmia está preparada para soportar las heladas y los grandes fríos invernales.
Como se trata de una planta de crecimiento lento, no requiere ningún tipo de poda, salvo la eliminación de los tallos florales cuando se hayan secado. En caso de utilizar abonos químicos, se aconseja hacer uso de abono de reacción ácida al igual que para las Azaleas y los Rododendros.
Propagación de la Kalmia
La reproducción de la Kalmia no es demasiado sencilla y los únicos métodos que dan resultado son el acodo y el esqueje. Si bien produce semillas, la multiplicación a través de estas resulta muy lenta, ya que pueden tardar entre 6 y 8 años en obtener plantas maduras capaces de dar flores.
Los esquejes se obtienen en verano con una longitud de 10 cm y se entierran en una mezcla de turba y arena luego de haber sumergido la parte basal en hormonas de enraizamiento. Estos tendrán que guardarse bajo protección, pero sin necesidad de calefacción hasta la siguiente primavera. El acodo se realiza en verano, empleando las ramas más cercanas al suelo y al otoño siguiente se podrán cortar ya desde la planta madre.
Como bien he comentado anteriormente, la Kalmia forma parte de un género rústico, por lo que no se le conoce ninguna plaga ni enfermedad específica, y no hay demasiadas que la ataquen. Afortunadamente es una planta sana y saludable.