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El concepto del patrimonio
El concepto general acerca del patrimonio del Tajo suele limitarse a los lugares de su cuenca que ya son “Patrimonio de la Humanidad”, como las ciudades históricas de Cáceres y Toledo, el monasterio de El Escorial en Madrid, el paisaje cultural de Aranjuez, el Convento de Cristo en Tomar, así como el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belem en Lisboa.
Investigando se puede conocer la existencia de una lista de candidaturas
relacionadas con la cuenca del Tajo, que pretenden formar parte del grupo anterior. Se trata de: Plasencia, Monfragüe y Trujillo; las fortificaciones fronterizas; la “Vía de la Plata”; las cañadas de la Mesta para el ganado trashumante; la caminería romana y los itinerarios del Imperio Romano; el Parque Natural de Arrabida; el centro histórico de Santarem; las icnitas de dinosaurios y la Baixa Pombalina.
La cuenca del tajo acoge ocho lugares “Patrimonio de la Humanidad”, de los que cuatro están en su misma orilla y el resto dista entre 15 y 50 km del río. Hay otros diez lugares en la “Lista Tentativa”, de los que prácticamente todos tocan las riberas del Tajo.
Además, hay otras candidaturas en preparación, como la del Puente de Alcántara, una de las obras más representativas de la ingeniería romana en la Península; el Fado, tan unido a Lisboa. Por último, la ciudad de Alcalá de Henares, cuna de Miguel de Cervantes. En estos momentos comienza la preparación de otras dos candidaturas relacionadas con el Tajo: el acueducto de Aguas Livres y la que pretende que el transporte de madera por los ríos europeos sea declarada “Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”.
El patrimonio natural también está excelentemente representado, puesto que el primer tramo del río tiene el galardón de “Parque Natural del Alto Tajo” y está flanqueado por otro parque natural, donde nace el río Cuervo, uno de sus afluentes, cuya surgencia tiene la categoría de “Monumento Natural”.
Aguas abajo y tras su paso por Aranjuez, discurre junto al Parque Regional del Sureste de Madrid, y en su confluencia con el río Tiétar atraviesa el Parque Nacional de Monfragüe.
El siguiente hito comprende el Tajo entre las desembocaduras de los ríos Erges y Ponsul. Se trata del “Parque Natural do Tejo Internacional”, al que siguen las reservas naturales do Paul de Boquilobo y del Estuario del Tejo.
OTROS PATRIMONIOS
El patrimonio de un río no se compone únicamente de grandes monumentos y espacios protegidos. La suma de su patrimonio menor puede ser tanto o más importante, puesto que de la unión de pequeñas piezas nace ese gran mosaico que es el Tajo. Y no sólo tiene importancia el patrimonio material, sino que el inmaterial es el que cohesiona la suma de los demás y al que se unen aportaciones que –sin formar estrictamente parte de su patrimonio- contribuyen a su difusión. Un buen ejemplo es el de José Saramago y su Azinhaga natal.
Pero el patrimonio abarca muchos aspectos, comenzando por el que forma parte del mismo concepto de río y de su estructura, como es el geológico. Gracias a ello podremos conocer mejor la historia de la Tierra y comprender cómo el agua de aquel humilde paraje de Fuente García pudo llegar hasta el estuario de Lisboa o la importancia de los karst para la hidrología de la cuenca.
Del pasado también se aprende a través de la paleontología, estando ésta muy presente en la cuenca del Tajo. Los yacimientos en el Alto Tajo (con el museo de Molina de Aragón) y los riquísimos yacimientos portugueses como el de La Pedra da Mua (en el Cabo Espichel) o el Vale de Meios de Santarem son buena muestra de ello.
El patrimonio arqueológico nos guía por el río a través de la historia, donde destacan los petroglifos de la zona entre Vila Velha de Ródão, Nisa e Mação, formando el mayor complejo de arte rupestre en la Península Ibérica. Sus aproximadamente 40.000 petroglifos datan desde el Neolítico antiguo hasta la primera Edad del Bronce.
El patrimonio romano del Tajo es notable, tanto en lo visible como en lo que se encuentra bajo las ciudades de Lisboa y Toledo entre otras, pasando por decenas de importantes yacimientos a lo largo de su curso.
Del periodo visigodo nos queda especialmente Recópolis, la ciudad fundada junto al río por el Rey Leovigildo, cuando aquella Hispania visigoda tenía la capital en Toledo y comprendía -entre otras muchas- las cuencas completas del Tajo y del Guadiana.
No es necesario mencionar el pasado musulmán y medieval cristiano, cuyos vestigios son tan abundantes en esta cuenca.
El patrimonio botánico y faunístico es asimismo uno de los grandes apartados.
Tanto los endemismos florísticos como los peces, aves, mamíferos, anfibios, reptiles y toda clase de invertebrados jalonan el curso del río.
Un río sería menos río sin patrimonio hidráulico. Destacan puentes como los de Auñón, Toledo, el Puente del Arzobispo, Talavera de la Reina, Puebla de Montalbán, así como el puente renacentista de Albalat en Almaraz, los romanos de Alcónetar, Alcántara y Segura o los de celosía de Abrantes, Constancia, Belver y Santarem y los más modernos de Salgueiro Mata de Santarem o Vasco de Gama y 25 de Avril de Lisboa.
Los molinos son otro importante valor en este río, más por su calidad que por su cantidad. En este aspecto destacan los de Toledo y muy especialmente el conjunto que forman los molinos de El Puente del Arzobispo y El Torrico, uno de los más notables de toda la península pero en grave riesgo de desaparición. Asociados a los molinos están los azudes, pesadilla de los ingenieros que pretendieron hacer el Tajo navegable, ahora en gran medida destruidos. Los embalses son un patrimonio menos valorado, incompatible en algunos casos con muchas otras figuras patrimoniales, sin embargo también forman parte del paisaje fluvial.
Podríamos seguir enumerando otros aspectos del patrimonio hidráulico como son las fuentes, lavaderos, salinas, embarcaderos, etc., pero de momento bastará con enunciarlos.
El patrimonio arquitectónico varía desde las construcciones populares como corrales, pocilgas, cuadras, etc., hasta los palacios más suntuosos, pasando por viviendas, castillos, iglesias y casas de campo. En conjunto o por separado forman parte del río que les une. Los documentos que tratan directa o indirectamente del río también son patrimonio.
Entre los muchos documentos acerca del río citaré únicamente los planos referentes a la navegación, como el magnífico proyecto de Carducci o los centenares de mapas fronterizos que los ingenieros militares de ambos lados de la frontera se ocuparon de dibujar año tras año. Tampoco podemos olvidar las fotografías históricas y postales antiguas o la literatura acerca del río, con autores como Alexandre O’Neill, José Luis Sanpedro o José Saramago. También el cine, de ficción o documental, debe sumarse al acervo del río.
Dentro del patrimonio inmaterial destacaremos el referente a oficios y tradiciones ligados al Tajo y su cuenca, el folklore en español y portugués, la tradición oral y la tradición artesana viva o perdida de la cuenca del Tajo.
La tradición y el presente gastronómico y enológico del Tajo, junto con sus fiestas populares son también otro aspecto patrimonial, al igual que la tradición industrial y las nuevas empresas nacidas gracias a las actividades relacionadas con el río, tales como las de turismo de aventura y guías turísticos o las referidas al deporte como pueden ser la caza, pesca o navegación fluvial.
Relacionado con el apartado anterior tampoco podemos olvidar que la infraestructura turística (hoteles y restaurantes) son una parte importante del patrimonio de un río y fundamentales para el disfrute de su paisaje.
Las comunicaciones a lo largo del río, tanto por carretera, ferrocarril, avión, rutas para peatones y bicicletas o para vehículos en la modalidad slow drive, son otro de los activos a tener en cuenta, unos valores quizá no tan directos como otros de los reseñados, pero de gran importancia por su efecto multiplicador sobre los demás.
Finalmente, existe el patrimonio formado por todo tipo de colecciones, piezas individuales y singulares asociadas al río, que no forma parte de los otros apartados y es difícil de detectar en ocasiones, pero a menudo tiene gran valor emocional y testimonial.
Como puede comprobarse, el Tajo es un río muy especial, tanto que se pretende que sea el primer río cuyo curso íntegro sea considerado “Paisaje Cultural de la Humanidad”. Un trabajo duro para demostrar su valía y para conseguir que las zonas que ahora no son dignas de este galardón lo sean próximamente. Ello no significa que debamos volver al Tajo de hace millares de años, simplemente hay que llegar a un punto de equilibrio en que el uso de sus aguas y el disfrute del río puedan ser compatibles, y sus mil kilómetros se conviertan en un gran parque lineal que sirva de lugar de encuentro para españoles y portugueses.
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Carlos Blazquez.
Miembro de Unesco Aragón
Texto y Fotografías