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El Granado o la Punica, a pesar de su origen asiático, se encuentra muy extendido en el norte de África y en el sur de Europa. Por lo general, se lo conoce por su fruto, repleto de semillas, y en algunas partes del mundo se utiliza para hacer una refrescante bebida o postre. La Punica granatum puede llegar a alcanzar entre 3 y 4,5 m de altura en su hábitat natural; tiene hojas caducas, ovaladas y lustrosas, de 8 cm de largo. Las hojas son de un intenso color anaranjado rojizo. El granado no puede cultivarse en el interior, pero hay algunas variedades que se han adaptado.
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Cuidados en primavera y verano
Trasplanta a tu Punica usando un buen compost, pero prepara bien el recipiente, de manera que el drenaje sea bueno. Trasplanta en maceta una medida mayor que la anterior durante la primavera cada dos años. Riégala abundantemente pero no permitas nunca que el recipiente permanezca sobre agua estancada. Un buen rociado de agua con la incorporación de un fertilizante foliar adecuado mejorará el aspecto general de tu planta y le quitará el polvo acumulado en las hojas.
La temperatura estival puede llegar a alcanzar los 21 °C; si es superior, coloca tu planta en el exterior, en un sitio bien iluminado. La floración debería llevarse a cabo a mediados del verano y es probable que continúe durante varias semanas.
Cuidados de la Punica en otoño e invierno
Coloca tus plantas en un sitio muy bien iluminado. Por lo general, la Punica se considera una planta tierna, por lo que se aconseja mantener su temperatura mínima entre los 7 y 10 °C. Riégala apenas para mantener el compost húmedo.
Propagación
En primavera, siembra las semillas de Granado a unos 6 mm de profundidad, en compost especial para semillas. Mantén el compost húmedo y la temperatura a 13-16 °C. Colócalas en un sitio umbrío hasta la germinación y, posteriormente, proporciónale más luz. Cuando las plántulas sean lo suficientemente grandes como para manipularlas sin riesgo, plántalas en un buen compost.
Coge esquejes en verano; con un talón incorporado de unos 5-8 cm de largo. Trata las puntas con hormona de enraizamiento y planta los esquejes en macetas de 8 cm de diámetro repletas con partes iguales de arena y turba. Envuélvelos en una bolsa de plástico, o bien, colócalas en un propagador, en un sitio con luz filtrada a unos 18 °C hasta que los brotes nuevos surjan. Después, descúbrelos y mantén el compost húmedo, en luz indirecta y a 13 °C, a lo largo de todo el invierno. En primavera, llévalos a un sitio iluminado.
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