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Como es sabido, las plantas requieren de cierto suelo para que puedan desarrollarse de la mejor forma. Y aunque la mayoría de ellas prefieren aquellos que drenan bien y tienen mucha materia orgánica.
Hay otras especies que precisan de sustratos más difíciles. Por ello, habría que conocer los tipos de suelos y sus características para asegurar que sea el adecuado según las necesidades de la especie.
Clasificación de los suelos para los espacios verdes
Según la zona donde te ubiques, la composición del suelo puede variar. Es por ello que habría que conocer la clasificación del suelo para asegurar el desarrollo de las especies. He aquí el listado.
Suelo arcilloso. La arcilla es un componente que se destaca por retener los nutrientes. Las partículas de roca son muy pequeñas, por lo que al sostener una porción de esta tierra se aplasta y se forma una bola compacta. Su principal característica es que drena poco, por lo que las raíces les cuesta penetrar en el terreno y se airean casi nada.
Con cierto grado de humedad compacta al tacto y adhiere a las herramientas, por lo que es complicado de trabajar. El agua de riego circula dificultosamente, favoreciendo el anegamiento. Cuando el suelo arcilloso se seca deja grietas. Las herbáceas que requieren de este tipo de suelo son, la hierbabuena o la menta. Asimismo, el iris, el arce, el lirio, el sauce criollo, la madreselva, la cala, la dalia, el manzano y el bambú.
Suelo salitroso. Una de las características de los suelos con mucha sal, es que las raíces no podrán absorber el agua y los bordes de las hojas comienzan a secarse y amarronar. Por lo que es necesario averiguar si alguna especie se adapta a los sustratos con tendencia salina. Tal el caso de el ciprés, la pasionaria, el kalanchoe, el conejito, el geranio, la verbena, la lavanda, la bugambilia, el palmito, el crisantemo, el romero, la acacia y el brezo.
Suelo arenoso. El suelo arenoso se desintegra al tacto y permite que el agua de riego circule libremente sin retenerla. Este es uno de los más comunes y destaca por la existencia de rocas con tamaños un poco más grandes que los del suelo arcilloso.
Algunos aspectos a resaltar sobre el suelo arenoso, es que son permeables y se secan con rapidez. Esto hace que sea necesario regarlo con frecuencia. Pero al realizar dicha acción, los nutrientes tienden a dispersarse. Para evitarlo habría que añadirle más materia orgánica y aplicarle agua con mucha regularidad.
Suelo alcalino. El suelo alcalino es de los pocos tolerados por las planta. Principalmente porque llevan a la clorosis férrica o deficiencia de hierro, lo que hace que se manifieste con hojas amarillas y su posterior caída.
El pH de este tipo de suelo va del 7 al 14. Algunas especies que prefieren estos suelos alcalinos son el acanto, la clematis, el tulipán, el boj, la zinnia, el alhelí, la fucsia, la higuera, la hortensia, la azalea y el ajo.
Suelo seco. Son trozos finos de piedra que fueron erosionando con el tiempo. Las piedras tienden a recalentarse al estar expuestas al sol, por lo que las raíces se cocinan a temperaturas muy elevadas. Las especies que toleran perfectamente este sustrato son la garra de león, los cactus, las crasas, la retama, la rocalla, el pino, el ajenjo, la clavelina y la rudbeckia.
Suelo calizo. Otro de los tipos de suelo para jardín que es bastante difícil de trabajar, es el calizo. El factor que afecta de forma negativa la labor de cultivo es que la materia orgánica suele descomponerse con una rapidez acelerada. Esto ocasiona que sea imprescindible añadirle una amplia cantidad de material orgánico con frecuencia. Hay que ser muy generoso al momento de nutrir y abonar este tipo de suelo.
Adicional a ello, es común que las plantas que crecen en este sustrato tienen las hojas con apariencia amarillenta. Para ayudar al mejoramiento habría que agregar un buen acolchado y regarlo bien. Las plantas que surgen bien en este tipo de suelo son las clavellinas, las clemátides, las flores silvestres y de más que sean resistentes a la sequía.
Suelo de marga. Cuando se buscan tipos de suelo para jardín que sean eficientes, sin lugar a dudas hay que tomar en consideración el marga. Algunos también lo conocen como suelo franco. Se destaca por contener reservas de nutrientes y una disponibilidad de agua abundante.
En el momento de examinar la tierra y observar que tiene un color marrón oscuro y es desmenuzable, significa que hay presencia de materia orgánica. Por lo que los problemas para cultivar son casi nulos. Un detalle que se puede distinguir, es que cuenta con lombrices en la capa superficial. Sumado a ello, producen excavaciones que aumentan la estructura del suelo.
Suelo para el desarrollo de las plantas
Los suelos de jardín resultan clave para el desarrollo de las plantas. De interior o exterior precisan ciertos criterios para que prosperen. Así que considéralos.
Suelos en el interior. Si tienes un espacio con tierra o tiestos en el interior, lo más probable es que saques la tierra para que las plantas crezcan ahí. Pero esto es un error común y una mala técnica, ya que esta puede tener bacterias que pueden llegar a matar a las plantas de interior. La opción es usar tierra para macetas que se encuentran en tiendas especializadas.
Suelos en el exterior. El suelo de exterior por lo regular es de 3 tipos: limo o limoso, arcilla y arena. El suelo excelente para la mayoría de las plantas es el que es rico en nutrientes, siendo el arenoso.
Pero si consideras que las condiciones no son las adecuadas, puedes modificarlas para que sean óptimas con tan solo un poco de abono. Así que si optas por las plantas de interior crezcan en el exterior, deberás esterilizar la tierra para evitar enfermedades y, con ello, deshacerse de malezas e insectos.
Después de esterilizar el suelo, habría que modificar la tierra con arena y turba para que las plantas tengan buen drenaje y el aire tenga buena humedad. Incluso puedes optar por tierra para macetas comerciales, ya que son muy parecidas y tienen vermiculita, musgo y turba, lo que hará que exista una liberación lenta de fertilizantes para el crecimiento de las plantas.
Pero al final, ambos ayudarán a que las plantas crezcan con raíces fuertes, ya que tendrán nutrientes, ventilación y humedad. Así que si dependiendo lo que quieras hacer y el lugar, ya puedes tener un panorama más amplio al respecto.
Cómo mejorar las condiciones de los tipos de suelo
La capacidad del cultivo está condicionada por la calidad del suelo. De ahí, la importancia de mejorar las condiciones del suelo en el jardín y las mezclas destinadas a cultivar plantas en recipientes. Así que para que lo hagas de manera eficiente considera estos puntos.
- Compost. Es la materia orgánica que se produce por la descomposición de los restos de origen vegetal y animal mezclados con tierra. Para elaborarla se usan residuos de cocina, estiércol, restos vegetales del jardín y otros elementos orgánicos mezclados con tierra.
- Estiércol. El estiércol de equino precisa de 20 a 25 días para descomponerse antes de ser utilizado para mejorar el suelo. La descomposición produce un incremento de la temperatura hasta 60 grados centígrados, por lo que debe incorporarse cerca de las plantas solo cuando este en peligro de desaparecer. Después de 3 semanas incorpora en la primavera en cantidades de 3 dm3 por metro cuadrado. El suelo estercolado estimula la brotación y disminuye la floración. El uso de 200 g de harina de huesos por metro cuadrado de cantero sirve para normalizar la floración. El estiércol de vacuno demora en descomponerse y se usa similar al del equino.
- Mantillo. Son hojas y otros elementos de origen vegetal que se acumulan debajo de árboles y arbustos mezclados con tierra superficial. El mantillo de hoja de pino se llama pinocha.
- Resaca de río. Material orgánico que se acumula en los ríos de llanura cerca de su desembocadura. Se compone por arena, limo, restos vegetales y elementos minerales.
- Turba. Procede de restos vegetales de especies en los márgenes de pantanos o ríos. El más difundido es el musgo esfagnáceo que proviene de las regiones frías del norte de Europa y Argentina.
Consejos para comprobar el tipo del suelo del jardín
Una vez que ya sabes las características de los tipos de suelo para jardín, es momento de comprobar cuál tienes.
Uno de los métodos más comunes es cavar pozos de inspección en diferentes épocas del año y zonas. Con esos huecos obtendrás datos sobre el tipo de subsuelo, la textura del suelo, la profundidad de la capa superficial y el contenido hídrico.
También puedes llevar a cabo la prueba del tacto. Como su nombre lo dice, consiste en tomar un pedazo de tierra con las manos y mover los dedos hasta apreciar detalles.
Una opción más avanzada es la prueba de sedimentación. Para lograrlo tendrás que introducir una muestra de tierra en un recipiente de vidrio alto.
Solo debes llenar el envase hasta la mitad. Después completas con agua hasta el borde. Lo cierras y sacudes con energía. Déjalo sobre una superficie plana y espera unas cuantas horas. Transcurrido el tiempo, se podrán distinguir tres capas de varios colores. La más baja la constituye la arena, la intermedia es limo y la superior es arcilla. La más superficial es de materia orgánica y agua.
Pequeñas mejoras en un suelo van a dar lugar a plantas de una calidad notablemente mejor
El suelo cumple las funciones de nutrición y sostén de las plantas. Por ello, es importante que conozcas sobre los tipos de suelos que hay y sus características para asegurar su desarrollo. Asimismo, habría que saber cuáles son los mejores suelos de exterior para terraza o jardín.